Antes que nada, Don Quijote de la Mancha, la inmortal novela de Cervantes, es una imagen: la de un hidalgo cincuentón, embutido en una armadura anacrónica y tan esquelético como su caballo, que, acompañado por un campesino basto y gordinflón montado en un asno, que hace de las veces de escudero, recorre las llanuras de la Mancha, heladas en invierno y candentes en verano, en busca de aventuras.
El gran tema de Don Quijote de la Mancha es la ficción, su razón de ser, y la manera como ella, al infiltrarse en la vida, la va modelando, transformando. Así, lo que parece a muchos-as lectores-as modernos-as el tema "borgiano" por antonomasia —el de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius— es, en verdad, un tema cervantino que, siglos después, Borges resucitó, imprimiéndole un sello personal.
Al mismo tiempo que una novela sobre la ficción el Quijote es un canto a la libertad. ¿Qué idea de la libertad se hace don Quijote? la misma que, a partir del siglo XVIII, se harán en Europa los llamados liberales: la libertad es la soberanía de un individuo para decidir su vida sin presiones ni condicionamientos, en exclusiva función de su inteligencia y voluntad. Es decir, la de estar libre de interferencias y coacciones para pensar, expresarse y actuar. Lo que anida en el corazón de esta idea de libertad es una desconfianza profunda de la autoridad, de los desafueros que puede cometer el poder, todo poder.
La modernidad del Quijote está en el espíritu rebelde, justiciero, que lleva al personaje a asumir como su responsabilidad personal cambiar el mundo para mejor, aun cuando, tratando de ponerla en práctica, se equivoque, se estrelle contra obstáculos insalvables y sea golpeado, vejado y convertido en objeto de irrisión. Pero también es una novela de actualidad porque Cervantes revolucionó las formas narrativas de su tiempo y sentó las bases de lo que sería la novela moderna. Aunque no lo sepan, los-as novelistas contemporáneos-as que juegan con la forma, distorsionan el tiempo, barajan y enredan los puntos de vista y experimentan con el lenguaje, son todos-as deudores-as de Cervantes.